Las islas visitadas hasta ahora tienen un origen volcánico con montañas más o menos prominentes emergidas sobre el mar. Las dos siguientes islas a visitar son Rangiroa y Fakarava formadas por sendos atolones, arrecifes coralinos de forma anular y con una laguna interior (el lagoon) y que comunica con el mar a través de pasos estrechos. En las fotos se pueden ver la isla y alguno de los pasos en los que se concentra una gran variedad de vida marina.
Nos alojamos en una modesta, pero cara pensión junto al borde de la playa (Pension Rangiroa Plage). Nuestros vecinos son pescadores, cada día extraen los lomos de los atunes capturados y tiran los restos a la orilla.
Enseguida vienen los tiburones a comérselo todo. La mayoría pequeños y otros no tanto. También alguna raya.
A la mañana siguiente club de buceo y una primera inmersión tranquila en zona de arrecife.
Luego una segunda inmersión en el canal.
Dentro del canal había una trinchera transversal que te permitía quedarte refugiado de la corriente y ver pasar todo por encima.
Dando un paseo por el pueblo vimos los mismos peces, pero fuera del agua. Pierden su encanto.
El pueblo es pequeño y sencillo, muy agradable para pasear y nos llamó la atención sus iglesias.
A la tarde siguiente volvimos a visitar a nuestros vecinos pescadores. Buena conversación mientras limpiaban los atunes. Una de las primeras cosas que hacen es sacar el corazón. Aunque el pez lleva tiempo muerto, se sigue moviendo lentamente. Nos lo dieron a probar y es toda una experiencia tener en la boca un alimento que se mueve. Difícil de describir, mejor probadlo si alguna vez tenéis ocasión
Vuelta a tirar los restos a la playa y nuevamente los tiburones.
La verdad es que la pensión tiene más encanto del que le encontramos al principio.
Además tienen bicis a disposición de los huéspedes y también piraguas.
También en la playa estuvimos haciendo snorkel, parece mentira todo lo que se puede ver cerca de la orilla. Uno de los peces más llamativos es el ballesta Picaso que tiene un colorido asombroso.
Por último, nos fuimos a dar una vuelta a una granja de perlas negras. Parece ser, o al menos es lo que ellos dicen, que la Polinesia Francesa es el único sitio donde se producen estas perlas, que no son exactamente negras pues van de grises claros a oscuros, pero en cualquier caso son muy llamativas. Nos explicaron todo el proceso,que es de 5 años para obtener la primera perla de una ostra y luego obtienen 2 o 3 más cada dos años. La parte más delicada es introducir en la ostra una ‘semilla’ que dará lugar a la futura perla, y comprobar a los 45 días que ha quedado correctamente emplazada. Es como una operación quirúrgica.
Además hicimos un máster de estimación de la calidad de las perlas
Otra isla encantadora en la que nos hubiera encantado pasar algún día más.