Llegamos por la tarde a Zambrano donde nos recibe Jorge en un enorme y decorado casón.
Dejamos el equipaje y con la luz que quedaba acudimos a una aldea próxima a Zambrano a compartir un tiempo con algunas personas de allá. Lo primero que hicimos fue pararnos en un molino de maíz. El maíz es uno de los elementos base de la alimentación en Centroamérica. La gente tiene mazorcas que cultiva o compra y lo muele para hacer harina con la que elaboran tacos, tortillas, … y debe hacer esta tarea casi a diario. Se muele con un poco de agua y se obtiene una pasta que es la que usan.
Luego estuvimos en casa de una familia charlando de todo un poco y aprendiendo como se vive en esta zona del mundo. Estamos en la Honduras profunda. Aquí están ajenos a la violencia y la convivencia se basa en una solidaridad que hace que cuando alguien tiene problemas recibe la ayuda de toda la comunidad, independientemente de que se lleven bien o mal entre si. Volvemos a la ‘cara A’ del viaje y agradecemos al ‘couchsurfing’ y obviamente a Jorge tener estas experiencias que no existen en el circuito turístico estándar.
Al día siguiente vamos a visitar una cascada que está a unos tres km de la casa de Jorge, un bonito, escarpado y caluroso paseo. La cascada que Jorge llama ‘escondida’ tiene un salto de unos 50m.
Durante el camino nos encontramos con un problema que ya nos habían comentado antes. Los bosques de pino de Honduras sufren el ataque de una enfermedad que está acabando con grandes masas de árboles en los últimos meses. En este lugar es más que evidente.
Esa tarde intento echarle una mano con una furgoneta que no le funciona. Después de muchas vueltas no consigo ponerla en marcha.
Al tercer día vamos a Tegucigalpa. Entrando a la ciudad nos encontramos una urbanización de casas aparentemente buenas, construidas sobre un terreno en el que no se hizo el estudio geológico preceptivo, después de construidas se empezaron a mover y en las fotos se ve el resultado, ¿Incompetencia?¿Corrupción?¿Robo en los gastos? No lo sabemos, pero a más de uno le debe haber costado un disgusto.
Por otro lado, la ciudad, como la mayoría de las visitadas con sus barrios modernos y sus centros comerciales y otras áreas empobrecidas. Jorge llevó un montón de zonas y varios miradores. Tenemos un guía de lujo.
Nos llama la atención como se puede cubrir del sol una calle con poco dinero, mucho ingenio y un bonito estilo. Son botellas de plástico colgando de una malla y rellenas de líquidos de colores.
Llevamos tres noches cenando en la tienda-casa de comidas que regenta Caridad, una mujer encantadora y buena cocinera. El precio medio de las cenas no llegaba al euro por persona. A ver si nos recuperamos de los gastos de México :)