Santiago de Chile es nuestra última etapa en Sudamérica. Se encuentra entre la costa y las cumbres más altas de los Andes, relativamente cerca del coloso Aconcagua al que le faltan sólo unos pocos metros para tener 7.000 m de altura.
Es una ciudad con algunos edificios muy reconocibles, como la casa de la moneda que fue asaltada para derrocar (y asesinar) al presidente constitucional del país Salvador Allende que tiene ahora una estatua cerca de ella.
También visitamos la Plaza de Armas, que es el equivalente de nuestras plazas mayores. Encontramos mucha actividad en la plaza y alrededores.
Santiago es una ciudad grande, tiene 6 millones de habitantes. Con grandes avenidas, edificios y parques.
Aunque no tuvimos una sensación de peligro, todo el mundo nos advertía de que hay mucha inseguridad. Dentro de la ciudad hay dos colinas, Santa Lucía y San Cristóbal. El primero es un agradable parque con bonitas vistas de la ciudad. Llaman la atención las enormes montañas que hay sobre Santiago, con hasta 6.000 m de altura. Es una pena que la casi permanente nube de contaminación no deje verlas en todo su esplendor.
Visitamos el museo de Bellas Artes, que es gratuito, y tiene bonitas exposiciones. Nos encantó la de las fotografías de indígenas del sur.
También disfrutamos de la visita al mercado de Tirso de Molina, con una fruta riquísima y a muy buen precio, y la zona de comidas de la planta superior, que era barata y absolutamente local.
De lo mejor que nos pasó en Santiago fue encontrarnos con amigos. Por un lado Paco, almeriense al que conocimos en Madagascar en el 2007 como voluntario de larga estancia de la Fundación Agua de Coco, y Valeria, chilena a la que conocimos como voluntaria de una gira de la Malagasy Gospel en el 2010. Que alegría encontrarlos juntos aquí
Por otro lado también nos encontramos con Lisandro y Alex, una pareja de couchsurfers que estuvo alojada en casa este año. Nos enseñaron muchos rincones de la ciudad. Gracias
Aunque nuestro siguiente objetivo es la Polinesia Francesa, vamos a dar un rodeo para visitarla, en vez de volar directamente allí desde Santiago de Chile hemos encontrado, sorprendentemente, una vía más barata haciendo un Santiago → Madrid → Londres → Los Angeles → Tahiti. El único inconveniente es que no había plazas baratas para volar juntos Auxi y yo desde Santiago a Madrid y ella vuela el 10 de diciembre, mientras yo lo hago el 13. Para esos días, después de dejar a Auxi en el aeropuerto, me pillo un cochecillo y me subo a hacer un poco de montaña. Que sensación de soledad tener lejos a Auxi después de estar más de 5 meses juntos todo el día. Es una suerte que nos llevemos tan bien ¡Que maravilla!
Después de indagar varias opciones, decido ir hacia un marcado valle que se llama el Cajón del Maipo. El valle acaba en la frontera con Argentina, Baños Morales es la última localidad del valle salvo algún campamento minero que hay valle arriba.
En la carretera la primera sorpresa es encontrar a bomberos pidiendo dinero con una hucha. Le pregunto para qué piden dinero y me dicen que para cambiar la bomba de agua que es muy vieja. Sorprendente. Luego los paisajes del valle que poco a poco se va cerrando. Aquí todo es mayúsculo.
Sin tener muy claro el objetivo, aparco en un lugar llamado el Cabrerío y encuentro a unos montañeros que me dicen que por el Valle de la Gorda se accede a un camino que sube a un refugio a unos 3.000 m que se usa como base del volcán San José, de casi 6.000 m. Decido ir hacia allá, afortunadamente me cruzo con más montañeros que me describen mejor el camino y después de poco más de una hora andando monto la tienda en el Valle de la Gorda. El cielo está muy cubierto y no se ve nada, espero que mañana haga mejor día.
Afortunadamente el día amanece azul, la tienda algo escarchada y las montañas que me rodean brillantes.
Una subida cómoda me lleva al refugio. Ya tengo las primeras vistas del coloso volcán San José y en el refugio me encuentro con David. Me aconseja subir al Josecito, que se ve detrás de la foto del refugio.
Unos pajarillos hambrientos y atrevidos se muestran muy fotogénicos.
Desde el Josecito tengo amplias vistas hacia cualquier lado.
Desde allí puedo ver el pico San Francisco, que tiene un espolón de roca en el lado izquierdo. Debajo de este se ve la parte superior del glaciar colgado que también se llama San Francisco. Ahí iré mañana. El ancho valle por el que se accede y que también se ve en la foto se llama Valle de las Arenas.
Último vistazo al San José y al refugio antes de bajar.
Vuelta hacia el Valle de la Gorda.
Y ya con el coche de nuevo bajo a Baños Morales a por una buena comida. El valle es un libro de geología, y aunque en las fotos no se ve bien, las rocas son de una gama de colores tremenda. Uno ya está acostumbrado a ver colores, sobre todo rojos de los óxidos de hierro, pero es que aquí destacan unos verdes intensos del óxido de cobre que abunda en el país. También tengo una vista más lejana del San José.
Al atardecer subo de nuevo, esta vez por el Valle de las Arenas y vuelvo a montar la tienda. Esta vez si tengo visibilidad total.
Amanece otro día despejado y con viento en las cumbres. La subida más corta que la de ayer con grandes vistas.
Hasta llegar a la laguna formada por el glaciar. Una imagen vale más que mil palabras ...
Mi intención inicial era bajar al valle principal a encontrarme con otro gran glaciar que lo encabeza y cerrar el bucle hasta la tienda de campaña. Pero por la mañana descubrí que por el camino había perdido el sombrero (sin Auxi soy un desastre y lo pierdo todo) y preferí volver por el camino de subida y preguntarle a la gente con la que me cruce si lo han visto, aunque tengo pocas esperanzas, pues después de montar la tienda bajó un grupo de más de 10 personas que casi seguro que lo encontró y se lo llevó
Reencuentro con la tienda y bajada del valle, el sombrero no aparece pero el entorno sigue siendo magnífico.
Fin de la primera etapa y regreso a España, parece mentira todo lo que dejamos detrás.