En la región de los lagos hicimos un par de actividades más. La primera de ellas fue reencontrarnos con la carretera Austral que tanto nos gustó y que habíamos abandonado para recorrer la isla de Chiloé. La Carretera empieza en la Ciudad de Puerto Montt, que se nos hace enorme después de recorrer una zona tan despoblada.
Volvimos a carreteras de ripio, fiordos e iglesias de madera, como la de Ralun. También reencontramos pueblos con encanto …
… y los paisajes que nos gustan, montañas, ríos, bosques.
También árboles tallados por el viento.
Cuando volvíamos a subir hacia el norte pasamos por una aldea pesquera en plena actividad.
Limpiaban y organizaban sus capturas de merluza negra o austral.
Aquí volvimos a encontrar un cementerio completamente colorido y cuidado.
Esta zona es también conocida por sus alerces milenarios, árboles de los que se obtienen las tablas rectangulares con las que cubren las paredes y tejados de las casas tradicionales. Cada vez quedan menos ejemplares.
También tuvimos que embarcarnos en algún ferry debido a las discontinuidades de la carretera Austral.
Al final hemos recorrido casi toda esta carretera, pero demasiado rápido. Nos han quedado ganas de repetir, quizás en la jubilación …
Al norte de Puerto Montt se encuentra la ciudad de Osorno. Cuya catedral colapsó por un gran terremoto y que ha sido reconstruida con un estilo modernista.
Desde allí iremos hacia la costa del Pacífico, a Bahía Mansa y a las playas que la rodean. El ambiente rural y bucólico.
También zonas rocosas batidas por las olas.
Y una actividad constante para obtener los productos del mar como la recolección de algas que se llevan los ‘japoneses’ para elaborar cosméticos.
O pequeñas embarcaciones para la captura de los mariscos del lugar, en donde destacan las centollas y los ‘locos’.
Los ‘locos’ son una especie de lapas, pero de mayor tamaño y ricos, ricos Paseando junto al puerto de Bahía Mansa nos encontramos con Cristina, que tenía abierto su ‘carro Tito Min’ en el que vende sus deliciosas empanadas de locos. Estuvimos de charla con ella un buen rato y nos dejó fascinados. Resulta que estaba esperando a un equipo de TV, pues tiene fama de hacer las mejores empanadas de la región. Ella dice que la entrevistan con frecuencia radios y televisiones. Desde luego estaban riquísimas. Lo sorprendente fue que además no nos quiso cobrar las empandas, nos quedamos sorprendidos de su sencillez, amabilidad y filosofía. Dice que, de una u otra manera, todo lo que se da termina por volver. Gracias Cristina.