Salimos de Puerto Rio Tranquilo para realizar algo menos de 300 Km, pero el tiempo que dan los navegadores es de más de 6 horas y eso que a mitad de la ruta o un poco antes en Cerro Castillo empieza el asfalto, algo que se nos antoja un lujo. Entre Argentina y Chile llevamos recorridos unos 800 km de ripio. Ya hemos hecho un máster en la materia
Uno de los lugares por el que pasamos se llama Bahía Murta, no le vendría mal el nombre de Muerta por la gran cantidad de árboles quemados que quedan en la zona.
Pero siguiendo la tónica habitual, los paisajes que nos rodean son magníficos y además llevamos unos días con continuo buen tiempo en una tierra en la que la primavera suele ser muy lluviosa.
En un momento dado aparece una montaña que destaca sobre las del entorno, Cerro Castillo. Una ve descubierta no podemos dejar de hacerle fotos.
Aunque el resto del paisaje sigue siendo una maravilla.
Al pie del cerro hay un museo básicamente etnográfico en el edificio de una antigua escuela (bueno, no tan antigua, es de los años 60) que además está próxima a un centro arqueológico en los que aparecen gran cantidad de manos perfiladas en positivo y en negativo. Datan de unos 1.500 años A.C.
Una oveja se nos acercó a ver si la dábamos algo, pero nosotros solo teníamos ojos para el Cerro Castillo
Poco después llegamos a la localidad de Cerro Castillo donde aparece el asfalto. Habíamos olvidado la sensación de conducir de manera suave y silenciosa. Desde allí comienza una fuerte subida llamada ‘Cuesta del Diablo’ desde la que apenas se ve el Cerro y que da paso al portezuelo Ibáñez encajado entre altas paredes de roca.
Finalmente llegamos a la ciudad de Coyhaique, que es la capital de la región y principal urbe de la carretera austral si excluimos a Puerto Montt que es la cabecera de la carretera. En la ciudad paramos sólo a echar combustible y sacar dinero. A la salida encontramos un mirador que nos permite ver la ciudad y la mole de basalto bajo la que se asienta.
Enseguida entramos al valle del río Simpson con sus caudalosos rápidos, rocas destacadas y praderas de espectaculares flores moradas de lupinos (Lupinus polyphyllus), planta introducida que se ha extendido rápidamente por gran parte de la Patagonia.
También son llamativas las cascadas ‘Velo de la novia’ y ‘Cascada de la Virgen’.
Finalmente, después de casi todo el día conduciendo, llegamos a Puerto Aysén.